Quienes visitan las Islas Galápagos a menudo se sorprenden por la exhibición de vida que observan.
En lugar de un gran mamífero en la parte superior de la cadena alimenticia, como el león africano o el oso pardo norteamericano, la tortuga gigante de Galápagos, que come plantas y se mueve lentamente, es el animal terrestre más grande de Galápagos, y el halcón de Galápagos de 55cm de largo ocupa el papel de depredador alfa. Si te preguntas cómo llegaron estas especies únicas a este lugar remoto, continúa leyendo. ¡Conoce la llegada de su flora y fauna y su increíble evolución!
HABLA CON UN EXPERTO EN DESTINO
Diego Zapata
Rosa Mena
Sandy Lara
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La asombrosa flora y fauna de Galápagos
En comparación con la diversificación de especies continentales, las Islas Galápagos parecerían extremadamente desequilibradas. Si bien hay aproximadamente 22 especies de reptiles en Galápagos y 56 especies de aves nativas, hay solo seis mamíferos terrestres (cuatro especies de ratas y dos de murciélagos) y ni un solo anfibio. Desde cierto punto de vista, viajar a Galápagos es como viajar de regreso a la era de los dinosaurios cuando los reptiles gobernaban la tierra.
Hay dos explicaciones para este desequilibrio de flora y fauna. Una es simplemente que, en términos geológicos, las islas son relativamente jóvenes y las especies han tenido un tiempo limitado para llegar a ellas y evolucionar. Sin embargo, este desequilibrio también se debe al aislamiento de las islas.
La llegada de la vida
Las Islas Galápagos están ubicadas a 600 millas de la masa de tierra más cercana y nunca estuvieron originalmente conectadas al continente, por lo que toda la vida que actualmente habita en las islas provino originalmente de otro lugar a través de la dispersión a larga distancia.
Solo existen dos medios de transporte para llevar vida a las Islas Galápagos: el agua y el aire. Para colmo, la mayoría de las plantas y animales que habitan las islas se originaron en Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica y el Caribe; por lo tanto, todos los que arribaron enfrentaron una enorme extensión de mar abierto y condiciones extremadamente duras durante su viaje a Galápagos. Ya sea impulsados por su propia voluntad o llevados por casualidad (o un poco de ambos), el viaje no fue fácil. Fue un juego difícil de fuerza y suerte, al que solo los más aptos para el viaje pudieron sobrevivir.
Los animales más grandes que son buenos nadadores o voladores, como aves marinas, lobos marinos y tortugas marinas, llegaron al archipiélago gracias a sus propias habilidades; sin embargo, incluso para ellos, el viaje no fue sencillo. Es probable que los animales fueran desviados de su curso por el viento o las corrientes oceánicas (por ejemplo, los pingüinos) durante su migración o alimentación y luego estuvieron expuestos directamente al sol fuerte durante semanas sin agua dulce antes de llegar a las Islas Galápagos.
Por agua
Sin embargo, para aquellos animales que no tenían el lujo de nadar (mamíferos y pequeños reptiles), los expertos creen que llegaron a Galápagos en balsas de vegetación que se formaron naturalmente. Aunque esto parezca difícil de creer, (de hecho, es probable que la mayoría de estas balsas se hundieran antes de completar su viaje), solo se habrían necesitado unas pocas balsas para que la población de fauna actual diera sus primeros pasos.
Estos animales habrían estado expuestos al sol y a vientos fuertes, además de a duras condiciones del agua salada, sin agua ni comida. Así, esta teoría de la “balsa” explica la razón por la que hay tantos reptiles, ningún anfibio y tan pocos mamíferos. Los reptiles están acondicionados para soportar semanas de sol fuerte y niveles más altos de sal, mientras que solo requieren pequeñas cantidades de comida y agua (a corto plazo). Sin embargo, los anfibios no habrían podido sobrevivir el largo viaje sin agua dulce, y solo unos pocos mamíferos seleccionados habrían podido hacer frente a estas condiciones.
Por viento
Los expertos también creen que una gran cantidad de pequeños insectos y plantas fueron llevados al archipiélago por el viento. Semillas y esporas livianas, como las de plantas menos evolucionadas (helechos, musgos y líquenes) habrían sido atrapadas por el viento y arrastradas a través del océano hacia las islas. Debido a esto, aquellas plantas con semillas más pesadas, como las plantas vasculares, son bastante escasas en Galápagos (excluyendo aquellas semillas diseñadas para el transporte por el viento, como el diente de león). Las corrientes de viento también ayudaron a pequeños insectos y caracoles, así como a aves terrestres y murciélagos de vuelo más débil en su viaje a las islas. Algunas especies de plantas recibieron un impulso adicional al subirse a las aves que llegaron a las islas, adheridas a sus plumas o patas, o incluso liberadas a través de su tracto digestivo.
Javier Garcia
Eduardo Silva
Carolina Escobar
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Sin embargo, de aquellas especies que llegaron al Archipiélago de Galápagos, sólo se puede suponer que muchos más no pudieron sobrevivir al horrendo viaje. Sin embargo, en cierto modo, aumenta la belleza de las islas, que se formaron gracias a la culminación del azar en una prueba definitiva de la fuerza de la naturaleza.
